Hace algunos días cerró en la galería Brillo de Bogotá la exposición “Surtidas”, de la artista bogotana Juliana Toledo. La obra compuesta por ocho esculturas en cerámica ya había sido expuesta en la Feria del millón del año 2020 y da cuenta de la búsqueda de la artista por conservar una realidad nostálgica de la que no encontraba registro visual alguno: las imágenes de bizcochos y galletas típicas de la panadería bogotana. De este modo, Galleta de ojitos, Liberal, Mariposa de hojaldre, Concha, Merengue, Corazón de hojaldre, Roscón y Herradura, conforman un pequeño atlas objetual que, como la magdalena de Proust, funciona para activar el recuerdo.
Corazón, cerámica quemada a alta temperatura, técnicas mixtas. 2020
Justamente Juliana y yo crecimos en el mismo barrio de Bogotá. Los Andes, ubicado al noroccidente de la ciudad, es un barrio tradicional de clase media que, como todos los barrios tradicionales, cuenta con la particularidad de tener una panadería en cada cuadra. Para Juliana, estos lugares no son cualquier cosa, ella recuerda la idea infantil de revisar las vitrinas y enfrentarse a la titánica tarea de escoger, entre muchas opciones, qué galleta con forma de personaje de ficción se iba a comer.
Concha, cerámica quemada a alta temperatura, técnicas mixtas. 2020
Pero el asunto no termina allí, para Juliana la panadería bogotana no se limita a sus formas coloridas y divertidas que parecen sacadas de un modelo, como si alguien hubiera decretado como regla que así deberían ser todos los panes y bizcochos de la ciudad, sino que en estos amasijos encuentra la materialización de un vínculo familiar que atraviesa el recuerdo de muchos bogotanos: la costumbre de tomar onces. Así, Juliana ve en estas formas la posibilidad del recuerdo familiar que, como me confiesa, se personifica en la figura de su abuela: una obsesionada por las onces que ve en esta costumbre una forma tradicional de relacionarse.
Liberal, cerámica quemada a alta temperatura, técnicas mixtas. 2020
Sin embargo, “Surtidas” no solo se limita al ejercicio de memoria de la artista, se presenta, también, como el testimonio duradero de una identidad popular que se ha construido a lo largo de los años. Así, una galleta es, como quiso decir Proust, mucho más que una galleta. Las panaderías de la ciudad han constituido un escenario identitario y de representación tan relevante para los bogotanos, que fácilmente podrían hacer parte del escudo de la ciudad. Y es que, no es para menos porque un pan, una galleta o un bizcocho con café son el arma perfecta contra el frío sabanero.
Mariposa, cerámica quemada a alta temperatura, técnicas mixtas. 2020
De este modo, las esculturas en cerámica que componen “Surtidas”, ejercen sobre el espectador el mismo poder mágico de los adornos que eran para ver y no tocar en la casa de la abuela de cualquiera de nosotros.
A propósito del pan ¿Ya vieron nuestro especial de Only Pan?