El placer de viajar una experiencia única

Por: Paola Sierra Neira

 

Piensen por un momento que van aterrizando en ese lugar que siempre habían soñado visitar. Solo de pensarlo les produjo algo en el cuerpo, ¿o no? A eso que sintieron, hoy lo llamaremos placer, porque eso es justamente lo que producen los viajes: ¡PLA-CER! Así, con mayúsculas. 

Viajar es el rey o mejor, LA REINA de los placeres. Cuando estamos en ese mood podemos experimentar otras cosas que nos generan satisfacción, como comer, ir de fiesta, probar nuevas cosas, conocer gente y otras culturas, practicar algún deporte conocido o desconocido, caminar, estar todo un día en una piscina o en la playa con la única preocupación de que si no nos tomamos la cerveza rápido se va a calentar. 

La verdad es que uno sin darse cuenta puede volverse adicto a viajar, ¿y cómo no?, si es que más allá de las fotos para Instagram, los kilos de más, las anécdotas para contar, los viajes nos dejan muchos beneficios para nuestro cuerpo y mente, además de hacernos muy felices. Solo por mencionar algunos: 

  • Reducen el estrés y la ansiedad
  • Ayudan a enfrentar miedos
  • Recargan
  • Nos abre la mente y nos permite ver las cosas de otras maneras
  • Aumenta nuestra creatividad
  • Fortalece la salud mental y emocional

Esto no lo digo yo, lo dice la ciencia, pero puedo dar garantía de ello. Créanme, yo he hecho grandes cambios y tomado decisiones personales muy importantes después de regresar de viaje. 

Viajar, un sinónimo de felicidad

Es claro que placer y felicidad no son lo mismo, pero si hablamos de viajes podemos decir que tanto la dopamina, conocida como el neurotransmisor del placer, y la serotonina, la hormona de la felicidad, se vuelven las mejores amigas. 

Un estudio de la Escuela de Medicina Virginia Tech Carilion de Estados Unidos, publicado en la Revista Neurona en 2020, reveló que estas hormonas pueden ir de la mano, y tienen funciones muy amplias en el sistema nervioso humano, tanto así que el aumento de su actividad en el cuerpo es terapéutico. 

Efectivamente eso es lo que ocurre en mi cuerpo porque cuando estoy pensando en viajes siento cómo todo mi ser se pinta de un lindo atardecer frente al mar… bueno ya me puse muy poética. Sigamos. 

También me genera ese vacío en el estómago que sentimos cuando estamos enamorados. Y ese recuerdo que tenemos de niños que no dormíamos la noche anterior a un paseo del colegio o viaje familiar, no es un solo un recuerdo, es un estado de ánimo porque nunca cambia.

Díganme si eso no es felicidad, porque para mí sí lo es, y mucho. Es más, soy de esa, no sé si generación, pero sí grupo poblacional que prefiere invertir en experiencias que en cosas materiales. Y creo que es un bicho que picó a muchos después de los meses que tuvimos de encierro a causa de la pandemia.

Además, no es de gratis que los destinos turísticos estén llenos en semana santa, vacaciones escolares y laborales, o un puente festivo, todos estamos buscando el mismo plan. Así sea visitar a los abuelos en el pueblo, siempre buscamos la manera de irnos de paseo solos, con amigos o en familia. 

Si el cuerpo le pide viajes, ¡dele viajes!

Esto que les voy a revelar no está soportado por ningún estudio científico ni entidad autorizada, pero sí ha sido un testimonio muy recurrente en las personas que he conocido en los viajes. 

“No puedo esperar más, ahora sí quiero conocer, viajar y darme esa oportunidad de probar cosas nuevas, vivir experiencias que usualmente no encuentro en mi entorno”. 

¡Qué maravilla! Amo escuchar eso porque así como me genera placer estar con una maleta al hombro, también lo siento cuando una persona se anima a hacer lo mismo. 

Ahora sí viene la cifra oficial que soporta mi revelación: la reactivación del turismo creció más rápido de lo esperado. Según el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo entre 2020 y 2021 hubo más de 10 millones de pasajeros adicionales viajando por las regiones, y el volumen de turistas extranjeros aumentó cuatro veces los dos primeros meses del 2022. 

Estoy casi segura (puedo estar equivocada) que entre esos nuevos 10 millones de pasajeros un gran porcentaje son los del testimonio que les conté y de los que aprovechamos el teletrabajo para empacar lo básico y salir a explorar. 

Sin lugar a dudas viajar nos marca y es uno de los más grandes placeres de la vida, es terapéutico, ¡se los juro! 

Si quieren celebrar, viajen; si están entusados, viajen; si están cansados de la monotonía, viajen; si se sienten tristes, viajen; si quieren conocer amigos, viajen; si quieren encontrar el amor de su vida, viajen (bueno, este tal vez no se los aseguro tanto). No olviden que viajar es la REINA de los placeres. 

Momentos en el viaje que dan máximo placer 

Ya les hablé de lo delicioso que es viajar, lejos, cerca, fuera del país… En fin. Ya para cerrar quiero compartirles esos momentos de un viaje en los que la dopamina del cuerpo está trabajando fuertemente: 

Cuando… 

  • Ya se tiene elegido el destino y se imaginan en el lugar.
  • Se compra el vuelo y llega el tiquete al correo. 
  • Despega el avión o arranca el bus.
  • Empiezan a probar los platos y sabores del sitio.
  • Recorrer los lugares. 
  • Estar justo en el lugar que anhela conocer (recuerdo cuando vi la ciudadela de Machu Picchu en Perú y los cerros de Mavacure en Guainía).
  • Si es playa, cuando piden la primera cerveza fría y se sientan a mirar el mar.
  • Les duelen los pies de tanto caminar. Sí es raro, pero es un dolor placentero. Como cuando uno se tatúa. 

Podría quedarme mencionando un montón, pero ya debo irme a planear mi próximo viaje, que a todas estás, voy a sellar pasaporte: ¡Qué vaina tan placentera!.

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